Un café con Marshall Rosenberg

¿Con quién tomarías un café?
¿Podemos ser Jirafa?

Un café con Marshall Rosenberg

café con Marshall Rosenberg

Siempre me ha gustado esa forma de empezar o terminar una entrevista en la que se pregunta  ¿con quién te gustaría tomarte un café?.

Yo elijo a Marshall Rosenberg.

Me gustaría tomarme un café con esta gran figura de la historia de la humanidad, que dedicó toda su vida a mejorar algo tan difícil y tan básico como es la comunicación, y que lo plasmó en su teoría de la Comunicación No Violenta.

Cuánta bondad, cuánta entrega, cuánta dedicación a dar lo mejor de uno mismo en conseguir una sociedad mejor, a través de la Comunicación No Violenta.

Qué bellos ejemplos, qué sencillas metáforas, usando la imagen de un chacal y de una jirafa.

Pero mi café no es sólo para elogiarte; mi tiempo imaginario contigo, también es para debatir sobre un punto que, dentro de tu magnífica teoría, siempre me ha parecido conflictivo. 

Marshall, te pido toda tu atención: mírame un momento a la cara. Verás:

Yo tengo un ojo al lado del otro

Yo soy un depredador. Y no se puede cambiar eso.  Yo pertenezco genéticamente a la especie de los chacales.  Nunca podré ser una jirafa.  

¿Y sabes qué? el chacal se va a comer a la jirafa. El chacal va a matar a la jirafa y se la va a comer.

Y el caso, Marshall, creo, que tengo una idea. Te cuento.

Yo, chacal, nunca podré llegar a ser una jirafa, pero creo que puedo llegar a convertirme en un perro.

¿Un perro?

Sí. Verás. Esto es lo que estuve pensando, antes de venir a tomarme el café.

¿Para qué sirve un perro?

Un perro da cariño, cuidado, defensa . . . entre el perro y la persona que le cuida, hay un vínculo, hay dependencia mutua, hay conexión.

Y el caso es que el perro, antes de ser perro, fue chacal.

¿Cómo el chacal se convirtió en perro? con esfuerzo, con dedicación, con paciencia, con ejercicios, con cariño . . . 

Yo creo que es posible pasar de chacal a perro; creo que es posible, convertirnos en perro; no digo que vaya a ser fácil, digo que es posible.

Ser un perro para la otra persona.  Pertenecernos.  Ser leales.  Cuidarnos, en vez de mordernos. 

Daremos ladridos de vez en cuando, sí, porque seguimos teniendo un ojo al lado del otro.  Igual gruñimos, sí, porque seguimos teniendo hambre y sueño y ganas de morder.  

Pero es posible que nos comportemos como se comporta un perro. Y con eso, ya tendríamos un gran avance 

¿Te parece?

Pues vamos.

«La Comunicación No Violenta nos ofrece un lenguaje y un conjunto de habilidades para crear una conexión empática y sincera con nosotros mismos y con los demás» 

Marshall Rosenberg 

 
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